EL EPÍLOGO

soy

La identidad.

Qué eres, y cómo lo presentas.

No es una pregunta, no te preocupes.

Me presento: soy yo.

Soy aquel que nace, vive, y muere. Aquel que sonríe, llora, vuelve a sonreír, y se estremece en brazos de…alguien. Aquel que siente, se sienta, reflexiona, comprende, se acerca, se aleja, se mueve en círculos y piensa sobre el movimiento y aquello que lo impulsa.

Soy yo.

Eres tú.

Eres quien decide acabar lo que empezó, quien lo deja a medias y finaliza su misión temporal con un grito de injusticia que lleva a los peores a pronunciarse en su contra.

Eres quien presiona, quien defiende, quien afirma, quien confirma, quien elige, quien cambia.

¿Quién cambia?

Tú y yo no, por supuesto.

Ellos cambian.

No somos ellos. No somos. No estamos. Jamás pluralizamos.

Soy aquel que no se repite, se reafirma. Aquel que te hace reír, para después hacerte llorar. Aquel que escucha con lágrimas en los ojos lo mismo que ayer, lo mismo que hace siete años.

Siete años.

Nos va a tocar romper muchos más espejos si queremos compartir todo el tiempo que nos queda. No somos el tiempo que nos falta, sino lo que hacemos con todo el que disponemos. Yo no dispongo de ti, y tú no dispones de mí.

Pero quiero proponerte una cosa. A ti, que eres como yo. Yo, que soy como tú.

No eches de menos la pureza, la inocencia, la bondad, la belleza. Recuerda lo efímero de nuestro paso por este campo, y empieza a correr. No tenemos alas, por muchas ganas que tengamos de lanzarnos al vacío y de ser viento como por aquel entonces.

Sé la nota más aguda, la nota más grave, el soneto de tu vida, el desenlace que nunca acaba, la cumbre inalcanzable, el valle más extenso, la tormenta más violenta, el mar más embravecido, el día más caluroso, y al mismo tiempo, el peor invierno de todos.

Sé enero. Sé diciembre. Sé junio. Sé quién eres.

Y, ahora, tú sabes quién soy yo.

Gracias por ser tú.

Relato: Sergei Stendhal                                                                                 Ilustración: E. Sinache