La divina mujer que bailó en los 80

¡Qué fuertes son los pasos de una mujer valiente y viva que ha bailado en el bien y en el mal!
Divina es esa mujer a la que observo y admiro. Esa divina mujer ya cruzó la frontera de los cincuenta. Su infancia transcurrió con arreglo a como era lícito en los sesenta. Familia y amistades de colegio era todo su mundo hasta que descubrió, que más allá de su portal había una vida un tanto diferente a la suya…y mucho más divertida.
A través de su precoz decisión de compatibilizar sus estudios con el mundo laboral, tomó contacto con diversos grupos de personas de dispares modos de vida y estatus. STYA la divina  mujer lo mismo se la podía encontrar en la calle Padre Xifré nº 5, donde se hallaba la sala que ella sigue denominando “el templo”: la mítica Rockola bailando canciones de “Glutamato ye-ye” o “Aviador Dro” , manifestándose por las calles de Madrid en contra del ingreso de España en la OTAN, cantando los poemas de Nicolás Guillén a los que había puesto música Paco Ibáñez o dándole a las teclas en casa con su máquina de escribir Olivetti tarareando los temas con sonido Phyladelphia de O’Jays, para sacar el título de mecanógrafa en la Academia Teide.
Eso sí, hiciera lo que hiciera, SIEMPRE CANTANDO.
La época dorada de esta divina mujer, la disfrutó con intensidad en la década de los ochenta. En ella conoció a un apuesto y divertido contable (como no) a través de la música. Él se declaró la declaró a través de una llamada de teléfono. Ella, descolgó el auricular y escuchaba a Steve Wonder cantar:

I just called to say I love you.  I just called to say how much I care. I just called to say I love you and I mean it from the bottom of my heart.

Sólo llamé para decirte que te amo, Sólo llamé para decir lo mucho que importas
Sólo llamé para decirte que te amo. Y lo digo desde el fondo de mi corazón

Tras el estribillo, el contable dijo: PUES ESO. Y colgó.

Comenzaron a ser una pareja realmente peculiar por su disparidad de caracteres y al mismo tiempo la absoluta compenetración en temas comunes.

Al poco tiempo, la divina mujer tuvo una hija a la que en vez de nanas cantaba canciones de Loquillo y los Trogloditas, Alaska y los Pegamoides, Los Inhumanos… Contaba a su hija historietas de pura cultura musical hasta tal punto que llevaba la carpeta forrada de los back street boys pero con el walkman repleto de canciones de Queen.

Fueron pasando los años y la divina mujer y su hija de fueron compenetrando tanto en sus intereses que se convirtieron en auténticas cómplices con información bilateral. La madre cuenta historias a la hija y la hija la cuenta historias a la madre.

Divina mujer, admirable en los pasos dados y venerada por su fortaleza.

DIVINA MUJER, GRACIAS.

A ti mamá, por los cimientos que construisteis en mi personalidad tú y el apuesto contable, padre al que adoro.

Autora: Elena Sinache

Collages: Elena Sinache

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